El Flaco Menotti, el gran refundador


6 May 2024 - Deportivo
Horacio Pagani - hpagani@clarin.com

EN FOCO

El Flaco César Menotti asomó su figura de “sauce”, alto, pelilargo, estilizado en la vestimenta, 32 años, allá por Parque Patricios. Retirado como jugador, muy joven, juego elegante, gran pegada, algo cansino, en Rosario Central, en Racing, en Boca, en Estados Unidos, en Brasil, con Pelé... Lo había seguido al

Gitano Miguel Ángel Juárez, en sus comienzos como entrenador en Newell’s. Tenía una idea fija cuando Luis Seijo lo contrató para Huracán en 1971: “Volver a las fuentes del fútbol argentino”. Rescatar la historia de La Máquina de River, de Carlos Peucelle, de Pedernera, de Ernesto Grillo, de Sívori... Volver a creer en una escuela técnica, primero transformada -para mal- después del fracaso de la Selección en el Mundial de Suecia, en 1958, y luego confundida, con idas y vueltas en la década del 60. Y se metió en la tarea.

Con un discurso claro, atrapante, reivindicador, mientras formaba un equipo a su gusto... Ese equipo que en 1973 (él tenía 34) produjo una verdadera revolución futbolera en esta tierra. Era como despertar de una historia abrumada por los intentos de rectificaciones con exigencias tácticas importadas y severidades inútiles. “Si el fútbol es más fácil con buenos jugadores y con libertades para crear... si es importante la gambeta...”

Y el mensaje les llegó nítido a los jugadores. Entonces, valía que todos lo entendieran. El Coco Basile (campeón Intercontinental con el Racing de José Pizzuti) como líder en el fondo de la defensa. Y luego la fiesta de René Houseman, el Loco, imparable, imprevisible. Y los talentos compartidos de Miguel Brindisi y Carlos Babington. Fatiga Russo en el medio para controlar y Roque Avallay para concretar. Y fue campeón Huracán -por primera vez en el profesionalismo- después de desparramar goleadas con un fútbol de alto vuelo y quedarse con el plantel diezmado por los llamados de la Selección. La coronación fue el 16 de setiembre de 1973. Y las audaces palabras de César Menotti quedaron esculpidas en un hecho histórico para un club del fútbol argentino.

Y por eso David Bracuto que ya era interventor en la AFA lo llevó para la Selección. Un año después de aquel título. Con las mismas ideas renovadoras, el Flaco debutó como entrenador ante España (1 a 1). Tenía 35 años. Y después la historia se hizo muy conocida. Y se desató la gran polémica de las interpretaciones. Entre su idea madre, “de jugar bien, con estilo argentino, para ganar” o las olas de los que “hay que ganar, como sea”, como premisa. Tan simplista como imposible de explicar los modos. Y así el Flaco condujo a su Selección al primer título mundial, en 1978, en la cancha de River. Tenía 39 años. Y las ideas inamovibles. Nada que ver con la funesta Dictadura que nos rodeaba a los argentinos. Y que achicó -por años- aquellos méritos mayúsculos de la consagración.

Siguió el Flaco su derrotero. Con las mismas convicciones. Con éxitos y frustaciones, la ley del fútbol. Pero sin desfigurar nunca el mensaje. Pasó por Boca, por River, por Independiente, por España, por Italia, por México, por Uruguay. “Claro, los partidos los ganan los jugadores”. Pero los rendimientos colectivos tienen que ver con las orientaciones que se elaboran en la complicidad con el conductor externo. Y siguió dando pelea el Flaco Menotti. Hasta que Claudio Tapia, el presidente de la AFA le dio el título honorífico de Director de Selecciones Nacionales. Avaló el nombre del ignoto Lionel Scaloni -cuando casi nadie lo reconocía para tamaña responsabilidad-. Y alabó a su cuerpo técnico de Aimar, Samuel, Ayala, silenciosos triunfadores. Sólo fueron conversaciones. Pero Argentina volvió a ser campeón mundial (con Messi, como lo había sido en 1986 con Maradona, con Carlos Bilardo en la conducción) con su libreto, actualizado, con las velocidades de estos tiempos. Una cosa es segura, el Flaco Menotti fue el responsable de refundar el fútbol argentino. Simplemente “volviendo a las fuentes” que tanto pregonó. Sin exageraciones y con total convencimiento. 

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Messi, Scaloni, Macri y hasta Milei recordaron a César Luis

La muerte de Menotti generó repercusiones en todo el país. 
Desde el fútbol hasta la política, representada en Javier Milei como máximo exponente, 
se ofrecieron testimonios y homenajes para el ex entrenador de la Selección Argentina.

“QEPD. Profundo dolor por la partida del líder de un grupo que le ha dado una de las más grandes alegrías al país. Si bien yo adhiero a otra escuela, sería propio de un necio negar el aporte de César Luis Menotti. Adiós Flaco...”, consignó el Presidente de la Nación, confeso bilardista, en X. “Un distinto en la historia del fútbol argentino. Jamás olvidaré nuestras largas conversaciones sobre la pasión en común que tuvimos. Mis condolencias a la familia Menotti”, escribió el ex presidente Mauricio Macri, también en la red social que pertenece a Elon Musk.

“Nos dejó uno de los grandes referentes de nuestro fútbol. Condolencias a su familia y seres queridos, QEPD”, escribió Messi en Instagram, acompañado por una foto.

“César querido! ¡Seguí tus discusiones con Diego, Alfredo y Pelé allá en alguna nube! ¡Que en paz descanses, Flaco querido!”, escribió Alfio Basile, quien fue dirigido por el Flaco en el inolvidable Huracán que se coronó en 1973.

Los clubes donde jugó y dirigió también le dedicaron palabras. El Globo, justamente, publicó una foto suya en el Ducó. Emitieron un mensaje de condolencias Rosario Central, Racing, River, Independiente y Boca. Y más clubes como Talleres y Lanús, entre otros.

“Se nos fue un maestro del fútbol. Gracias por esas charlas entrañables en las que nos dejaste huella. Hasta siempre, Flaco querido”, escribió Lionel Scaloni en su cuenta oficial de Instagram. Menotti fue clave para que Claudio Tapia confirmara al entrenador interino, quien finalmente ganó la Copa América, la Finalissima y el Mundial de Qatar, nada menos.

Desde el exterior llegaron saludos. De Barcelona, donde Menotti fue entrenador entre 1983 y 1984; de México, donde se hizo cargo de la Selección en 1991 y 1992 y además condujo a Puebla y Tecos; y de la Conmebol. 

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Su última gran obra: el apoyo clave a Scaloni cuando casi nadie confiaba

Como Director General de Selecciones Nacionales influyó para que el DT fuera confirmado en el cargo.

Adrián Maladesky - amaladesky@clarin.com

A los 80 años, 37 después de su salida de la Selección, a Menotti le llegó un reconocimiento merecido. Tardió, sí, porque se debería haber aprovechado su experiencia mucho antes. Pero aquel 1° de febrero de 2019 se estrenó como Director Nacional de Selecciones nacionales y, si existe, la justicia poética y deportiva sonrió. Podía interpretarse como una movida del presidente de la AFA, Claudio Tapia, para bañarse en legitimidad. También como un mimo para el primer entrenador campeón del mundo con Argentina. En cualquier caso, Menotti lo merecía.

El Flaco, fiel a su estilo de no callarse nada, empezó con algunas críticas, pero enseguida se enamoró del proyecto. O mejor: de los protagonistas del proyecto, una palabra y un concepto que fue justamente él quien les dio sentido a partir de 1974 a nivel Selección.

El propio Menotti contó tiempo después el singular inicio de esta última aventura. “Un día me llamó Tapia y fui a verlo. Yo no entraba a la AFA desde el 82, imaginate... Y me dijo que había elegido a Scaloni. Como no lo conocía a Scaloni lo invité a mi casa para charlar. Y hablamos un montón. Le dije que no podía aceptar firmar por dos meses, como quería la AFA. Tenía que firmar por las Eliminatorias y, si se clasificaba, extender hasta el Mundial. Yo me quedé tranquilo cuando me dijo que lo acompañarían Samuel, Ayala y Aimar. Entonces le dije a Tapia: ‘Si está Aimar está todo bien’. Fijate cómo es la relación entre ellos. Hablan poco y no dicen boludeces ni venden humo. Todo es medido y cada uno tiene bien definido su rol. El técnico es el técnico y los ayudantes, ayudantes. Viven como cuatro amigos y son buena gente. Todo es medido, no hay exageraciones. Y eso se trasmite a los jugadores. Y tiene un valor enorme”.

También reconoció: “La verdad, cuando Claudio Tapia me dijo de Lionel Scaloni, yo fui asustado a la reunión, porque no lo conocía. Tenía miedo cuando me reuní por primera vez y por eso llegué preocupado a esa reunión. Como digo esto, también te aseguro que no me gustó”..

“El mérito de la elección de Scaloni es de Tapia, no mío”.

Resultó decisivo ese aporte, como lo reconoció Tapia: “A mí, en ese momento, hubo una sola persona me dijo que tenía que ser Scaloni, que teníamos que hacerle contrato hasta el Mundial, que no había que darle de a partidos, que había que comenzar un proyecto. Fue Menotti. Él me dijo que no podía ser el técnico según la competencia”.

Después, tal vez por su edad y por su salud -no viajó a Qatar-, César mantuvo un perfil bajísimo respecto a los logros de la Selección. Es muy difícil, por ejemplo, encontrar más de una foto junto a Messi. “No lo conozco”, reconoció hace poco en una respuesta insólita hablando sobre el futuro de Leo. “No lo conozco, no hablé con él y tampoco sé lo que piensa pero por la vida que hace, por la formación que tiene, yo creo que puede jugar hasta los 40 años”. Eso sí, además dejó una frase contundente, bien menottista: “Messi, aunque se lo proponga, nunca juega mal. Aunque él quiera jugar mal, no puede. Es lo único que no puede hacer Messi: jugar mal”.

Pero más allá del capitán de la Selección, la debilidad de Menotti fue otro rosarino, Angel Di María:

“Es el jugador que merece el mismo reconocimiento de los grandes futbolistas. Yo lo pongo a la altura de Kempes, de Maradona, de Messi… Para mí es el jugador que ha representado como nadie el fútbol argentino. En todos los lugares, donde vayas y jugó Di María, los que entienden de fútbol lo respetan de una manera increíble y los que lo conocen lo quieren mucho”.

Tal vez por todo eso, Messi, Scaloni, Aimar, la camiseta de la Selección..., lo vivido en Qatar también fue especial para Menotti. “El Mundial lo disfruté, pero me puso muy nervioso”, contó. “Yo confiaba mucho porque veía cómo se trabajaba, pero sobre todo porque veía cómo era la relación del cuerpo técnico primero. Y después por cómo esa relación se trasladó a los jugadores y como se dio la relación entre ellos. El secreto de este equipo es que juega al fútbol y me pone feliz que respete la historia”, le dijo a Daniel Lagares en un reportaje con este diario antes de la final ante Francia. A su manera, a los 84 y a la distancia, Menotti volvió a sentir en la piel lo que significaba ser campeón del mundo.

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Las diferencias con Bilardo que se convirtieron en grieta

Oscar Barnade - obarnade@clarin.com

César Menotti y Carlos Bilardo representan estilos futbolísticos irreconciliables. Detrás del menottismo y del bilardismo se encolumnaron periodistas, futbolistas, técnicos e hinchas. Ambos se distanciaron para siempre desde hace casi cuatro décadas. Se enfrentaron en una cancha en muy pocas ocasiones, pero se pelearon mediáticamente una y mil veces. De este duelo argentino, la gran grieta del fútbol, se ocupó incluso un libro que se publicó 2020.

El Narigón nació el 16 de marzo de 1938 en La Paternal, se inició en San Lorenzo, pasó por Español y se consagró en Estudiantes. Se formó al lado de Osvaldo Zubeldía. En 1971 comenzó el primero de sus cinco ciclos en el Pincha. En 1983, tras salir campeón con Estudiantes, asumió la dirección técnica de la Selección Argentina y fue campeón del mundo en México 86.

Menotti nació en Rosario el 22 de octubre de 1938, aunque lo anotaron recién el 5 de noviembre. Se inició en Central y en el país también jugó en Racing y Boca. Se formó al lado del Gitano Miguel Antonio Juárez. En 1971 se largó solo en Newell’s. En 1973 fue campeón con Huracán y al año siguiente fue designado técnico de la Selección y fue campeón del mundo en Argentina 78.

En aquellos duros y difíciles años 70, en plena dictadura militar, los dos entrenadores cenaron juntos y charlaron un buen rato de fútbol. La charla la revela el libro “Bilardo-Menotti, la verdadera historia”, escrito por los periodistas Cayetano Cajg y Néstor López. El hombre clave de ese encuentro fue Roberto Saporiti. En su casa se produjo la cumbre del 29

de octubre de 1976, hace ya 48 años. Cuenta Saporiti que, en tonos cordiales, cada uno expresó sus ideas futbolísticas. En la defensa pasional de sus argumentos, el libro de 269 páginas imperdibles remarca un concepto que los diferenció siempre. “¿Qué me importa si el partido es más feo o más lindo? ¿A quién le importa? Lo que quiero es ganar”,

exclamó Bilardo. “Todos queremos ganar, pero a mí sí me importa la forma”, dejó en claro Menotti. Hubo un segundo encuentro, en Barcelona, cuando Menotti ya era entrenador del Barcelona y Bilardo, seleccionador nacional. Charlaron más de dos horas en la habitación del Flaco en el hotel Arenas de la ciudad catalana y se prometieron que no trascendería nada de lo que allí hablaron.

Aunque el Narigón, por su convivencia en todo el viaje con el periodista José Luis Barrio, de la revista El Gráfico, algunas cosas contó.

En la búsqueda por encontrar cuándo empezó la grieta entre ambos entrenadores, el libro marca como punto de inflexión una nota que salió en Clarín el 4 de julio de 1983, firmada por Héctor Hugo Cardozo, días después de una derrota de un seleccionado ante Valladolid. “Me sorprendió lo que pasó con la Selección que fue a Toulon. Bilardo declaró que conoció a los jugadores en el avión y eso es dar una ventaja tremenda”, dijo Menotti. Y enfatizó: “No se deben otorgar esas concesiones”.

Bilardo enfureció y, un par de días después, contó: “No me gusta que técnicos o jugadores opinen sobre mi trabajo”. Y luego le disparó con munición gruesa: “¿Cómo dicen ahora que la derrota con Valladolid significa perder prestigio? ¿Qué prestigio? Y además no entiendo a los que se dicen hombres de izquierda y andan a los abrazos con los militares”. Desde entonces, las agresiones fueron en aumento. De un lado y del otro. Ya no hubo marcha atrás.

Como DTs la última vez que se enfrentaron en una cancha fue por la 10ª fecha del Apertura 96. Hablaron los dos, que ya no se hablaban.

“Nunca nos vamos a reconciliar. Pasaron cosas muy feas, como por ejemplo las críticas que no se deben hacer. Si me extiende la mano dentro de la cancha el domingo, no se la doy, porque han pasado cosas muy graves”, dijo Bilardo.

“Es imposible que nos saludemos. Voy a decir lo que alguna vez dijo Sabato: ‘Hay cosas que no se discuten, se castigan’ y cada uno castiga de la manera que cree”, contó Menotti. Así se mantuvieron los dos en sus últimas apariciones públicas. Más de 40 años después, algunos discípulos, y no tanto, mantienen esas miradas que dividieron aguas en el fútbol argentino. 

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