José Mujica (1935-2015) - El guerrillero que dejó las armas, abrazó las urnas y lideró un país
Estuvo activo en política hasta el final; su salud se había deteriorado en las últimas semanas
14 May 2025 - LA NACION
MONTEVIDEO
Textos Nelson Fernández Corresponsal en Uruguay
Cerró los ojos y puso punto final a un periplo que lo convirtió casi en leyenda. “Soy consciente de que pertenezco a una generación que se está yendo, al adiós. La lucha continúa y tiene que sobrevivir”, había dicho José “Pepe” Mujica en uno de sus últimos actos políticos y en referencia a su legado. Leyenda de la política uruguaya, el expresidente murió ayer, a los 89 años, tras una batalla contra un cáncer de esófago.
Hace justo 53 años había creído que se le acababa la vida. Había sido detenido por cuarta vez y en aquella ocasión para ir a prisión durante una larga década. Iba en bicicleta con una subametralladora israelí Uzi con 30 balas en el cargador colgada en la espalda, y un bolso viejo en el que llevaba una granada, pan, una botella de vino y una longaniza. “La putísima madre que lo parió”, dijo “Ulpiano”, apodo guerrillero de Mujica, cuando creyó que era su final.
Pero no era el final; estuvo preso de 1972 a 1985, volvió a la calle para hacer política y subirse a los colectivos con unos carteles de “hombre sandwiche” con consignas políticas pintadas, y seguir de largo hasta llegar a ser uno de los presidentes más populares del Uruguay.
Empujado por la ola revolucionaria que Cuba contagiaba en América Latina, Pepe Mujica se integró a la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), estuvo en decenas de operaciones, fue detenido, cumplió la pena y volvió ala acción, lo detuvieron de nuevo y se fugó, lo volvieron a detener y se escapó otra vez, lo volvieron a detener y luego vino el golpe de 1973, que inició una extensa dictadura. Salió en libertad en 1985 y enseguida volvió al MLN-T, pero para hacer política, iniciando un camino que lo llevó a la presidencia en 2009.
Lo que no había logrado por las armas lo lograba en las urnas. Se convirtió en una personalidad mundial como referente dibujado en libros escolares de países asiáticos, para graficar la defensa del ambiente o de valores humanos, de la austeridad y la valorización de la vida simple.
Fue un rockstar con el que bandas de música, actores de Hollywood, jóvenes populares y mucha gente quería fotografiarse.
Hizo política casi hasta el último día. En agosto pasado, cerca del fin de plazo para presentar listas a las elecciones nacionales, Mujica y su esposa, Lucía Topolansky, anunciaron una última jugada política, tan inesperada como sorpresiva, cuando incorporaron como segunda candidata al Senado a la principal figura de la televisión uruguaya, la periodista y conductora de noticiero Blanca Rodríguez.
Mujica murió siendo el líder político de mayor popularidad, en un ranking que lo tuvo al frente junto al presidente Luis Lacalle Pou.
“Difícil que el chancho chifle”, respondía años atrás ante las primeras preguntas sobre una posible postulación presidencial.
Descendiente de vascos por parte de padre y de piamonteses por vía materna, fue uno de los uruguayos en los que confluye sangre de migrantes de España y de Italia, raíces fundamentales de la conformación de la población de este país.
El origen se rastrea a 1679, cuando en Guipúzcoa se casaron Francisco Mujica y Magdalena Arregui, cuyo bisnieto cruzó el océano hasta el Río de la Plata y llegó a Montevideo en 1842, cuando el Uruguay estaba en guerra. Los Mujica siguieron hasta
José Cruz, quien se casó con Eudoxia Terra, familiar de un presidente y dictador de Uruguay en los años 30: de ese hogar nació Demetrio Mujica, que tuvo un campo a unos 100 kilómetros de la capital y se casó con Lucy Cordano. Ellos fueron los padres de Pepe Mujica Cordano.
Lucy provenía de una familia italiana que tenía campo en Colonia Estrella, cerca de Carmelo, para la producción de uva. De la familia de la madre, Pepe tendría influencia nacionalista y peronista (en Carmelo escuchaban radios porteñas).
Saber triunfar
José cursó primaria en la Escuela Nº 150 del barrio Paso de la Arena, y cuando llegó a presidente tuvo la sorpresa de un excompañero de clase de aquella época, Dilermando do Reis Silveira, que conservaba un poema escrito por Mujica en la escuela: “Seré todo o no seré/mas es mi lema luchar/para ingresar en las filas/de los que saben triunfar: y colmar la aspiración/de mi patria y mi mamá”.
En 1944 murió Demetrio: José tenía ocho años y su hermana Eudosia, apenas dos. Lucy Cordano fue ayudada por vecinos japoneses que se dedicaban a las flores, y se dedicó a eso para mantener el hogar.
José Mujica salió del barrio para sus estudios secundarios en el Instituto Francisco Bauzá, y el bachillerato lo hizo en el Instituto Alfredo Vázquez Acevedo (IAVA), donde se inclinó por Derecho.
Ahí comenzó a militar en la AgrupaciónReforma Universitaria( AR U ), de tendencia anarquista.
Mu ji ca incursionaba en el ciclismo y pasó a representar al Club Ciclista Universal de Canelones, mientras también vendía flores en suburbios de Montevideo.
Luego de un pasaje por la agrupación política de su madre, dentro del Partido Nacional, Mujica se integró a Unión Popular, un frente creado por el Partido Socialista, y fue en la lista a diputados, como primer suplente del octavo titular.
Luego se integró al maoísta Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), creado por escindidos de la Unión de la Juventud Comunista (UJC), y de ahí pasó al grupo guerrillero que hizo la primera operación de robo de armas en 1963. En un intento de asalto a una empresa textil, fue detenido por primera vez mientras procuraba fugarse en una moto.
Para preservar lo que estaban gestando, los guerrilleros no quisieron revelar a la policía el objetivo de esa acción y dijeron que habían robado para beneficio propio. “Yo caí como chorro común y estuve preso ocho meses en [la cárcel de] Miguelete por intento de rapiña”, contó Mujica.
En libertad, se integró formalmente al MLN-T con el nombre de guerra “Facundo”. Sus primeras acciones fueron atentados con bombas a medios de prensa de Jorge Batlle: diario Acción y CX 10 Radio Ariel, y luego participó en el secuestro del presidente de la empresa energética estatal.
Pasó un tiempo escondido en Punta del Este, en los tiempos en que esa guerrilla asaltó el casino de San Rafael. Luego participó en el intento de copamiento de toda una ciudad, lo que fracasó y terminó con varios muertos. Estuvo en un robo de armas y fue detenido, ahora sí en calidad de guerrillero. Una bala le perforó el páncreas; dado de alta, quedó recluido en la cárcel de Punta Carretas, donde ahora está el shopping.
El 6 de setiembre de 1971, se fugó junto a más de 100 tupamaros por un túnel que salió a la casa de una vecina. Un mes y medio después fue recapturado, pero el 12 de abril de 1972 volvió a fugarse través de la enfermería de la cárcel y cambió su apodo por el de “Ulpiano”.
Utilizando la red de cloacas, logró escapar de las Fuerzas Conjuntas y formó pareja con Lucía Topolansky, por poco tiempo porque ambos fueron capturados definitivamente.
El 10 de marzo de 1985, a los 50 años, Mujica fue beneficiado por la ley Nº 15.737 de amnistía para presos políticos y de beneficio especial a exguerrilleros. Se fue a vivir a la casa de su madre y luego con Lucía, su compañera de ruta, los que fueron activos en la reconversión del MLN-T en sector político, que pidió su ingreso al Frente Amplio.
En noviembre de 1994 fue elegido diputado por Montevideo por la lista 609 y comenzó a ganar espacio en la opinión pública hasta convertirse en un personaje protagónico.
En febrero de 2005 asumió como senador y por cuestiones de reglamento debió tomarse juramento constitucional con su compinche de los setenta, el ideólogo del MLNT Eleuterio Fernández Huidobro.
“La vida tiene estas zancadillas, y hemos pasado una vida y el juego es este; ni el mayor novelista pudo haber pensado estas cosas. Compañero del alma de todas las horas: tómeme juramento”, le dijo Mujica a Eleuterio. Luego de hacerlo, el veterano tupamaro le respondió: “Felicitaciones, mi querido hermano”.
Dos semanas después fue ministro de Ganadería, y en 2008 desafió al presidente Tabaré Vázquez que quería imponer a su ministro de Economía, Danilo Astori, como sucesor, y dijo: “Yo quiero ser presidente”.
La presidencia
Ganó las elecciones de 2009 ante Luis Lacalle Herrera y gobernó en un período de bonanza económica.
El 1º de marzo de 2010, su esposa, Lucía Topolansy, en carácter de primera senadora del país, le tomó juramento presidencial en una sesión parlamentaria histórica y muy emotiva. Aquella pareja que había escapado de policías y militares por una red de cloacas y que interrumpieron su relación por la cárcel (apenas se comunicaron una vez por una carta) estaban juntos ahí, Topolansky presidiendo el Senado y tomando juramento a Pepe como presidente.
Luego vinieron su fama mundial y su trabajo en formar una nueva generación de dirigentes políticos, así como tender puentes con adversarios y sentirse parte del “club de los expresidentes”, con el colorado Julio María Sanguinetti y el blanco nacionalista Luis Lacalle Herrera.
Mujica había cambiado mucho con el tiempo, pero mantenía sus rasgos típicos de hombre político caudillo y seductor. Admitía aquella transformación personal, del que quiso dar vuelta a un país y se conformaba con hacer algunos cambios.
“Pertenezco a una generación que quiso cambiar el mundo, fui aplastado, derrotado, pulverizado, pero sigo soñando que vale la pena luchar para que la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”, dijo Mujica.
Y también habló de la necesidad de buscar entendimiento y no caer en resentimientos: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio. El odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad ante las cosas, el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador, y el odio nos destruye”.
Con varios problemas de salud pero mostrando una capacidad de resiliencia asombrosa, habló varias veces de lo que sería su final: “Yo estoy cansado, pero esto no para hasta el día que me lleven en un cajón”. Y ese día llegó.
Commenti
Posta un commento