Míster Flandes
Mathieu van der Poel, con el maillot arcoíris de campeón del mundo,
se aleja de Matteo Jorgenson en la subida al Koppenberg.
Van der Poel conquista su tercer Tour de Flandes con un ataque a más de 40 km ● Quinto Monumento para el neerlandés
1 Apr 2024 - AS
MARCO GONZÁLEZ
LA CRÓNICA
Miles de aficionados entregados a la causa, dotando de esos vatios extra a los corredores cuando los corazones se aceleran y las piernas queman. Y, de pronto, se hace el silencio. Sinónimo de desgracia. Rampas imposibles, adoquín mojado y… avería. Frenazo en seco. También a las ilusiones de Iván García Cortina, que cedió el liderato de carrera por ese inoportuno contratiempo que le obligó a completar a pie la subida al Koppenberg. Ahí apareció el flamente arcoíris para hacer lo que mejor sabe. Ganar, arrasar.
Un ataque a más de 40 km de meta le bastó a Mathieu van der Poel para llevarse el triunfo en el Tour de Flandes de forma aplastante. Nunca se sabrá qué hubiese pasado con Wout van Aert y Tadej Pogacar en carrera, quienes miden verdaderamente su nivel, o qué escenario se habría quedado sin el percance de Cortina, pero dada su superioridad parece impensable que alguien hubiese podido siquiera poner en jaque la supremacía del neerlandés. El podio lo completaron Luca Mozzato y un Nils Politt que heredó el tercer puesto por la sanción a Michael Matthews (esprint irregular). La tercera conquista del Tour de Flandes (quinto Monumento) convierte a Van der Poel en el máximo ganador de esta carrera junto a Buysse, Magni, Leman, Museeuw, Boonen y Cancellara. Portando el maillot de campeón del mundo, sólo Louison Bobet (1955), Rik Van Looy (1962), Eddy Merckx (1975), Boonen (2006) y Peter Sagan (2016) alzaron aquí los brazos antes que él. Leyenda.
Banderazo de salida, 270 km por delante y 17 cotas, algunas adoquinadas, junto a otros siete tramos llanos de pavés. Pura épica, puro ciclismo en la 108ª edición de De Ronde. En el segundo paso por el Oude Kwaremont, icónico tramo, se produjo la selección definitiva. El Movistar aguardó su momento hasta ese punto, en el que Oier Lazkano tomó la iniciativa. Su ataque no tuvo éxito. Van der Poel dio réplica a su maniobra y consiguió abrir hueco, pero el corredor vasco le echó el guante superado el pavés, seguido del resto de ‘gallos’. En ese momento de dudas, de parón, los telefónicos lo bordaron: Cortina tiró para adelante y se situó en cabeza de carrera con unos valiosos segundos. La lluvia, cada vez más copiosa, creció en intensidad. Un aviso de lo que estaba por llegar…
La valentía mostrada por el Movistar se tornó en desgracia en cuestión de segundos. El Koppenberg era una pista de patinaje, lo que obligó a Cortina (avería mecánica mediante) y a la mayoría de favoritos a completar la subida a pie. Quien no tuvo el mayor problema fue, quién si no, Van der Poel. Un superclase. El neerlandés hizo ahí su apuesta y destrozó al resto. Jorgenson trató de perseguirle en solitario, pero la brecha no paró de crecer. A más de 40 km de meta, todo quedaba resuelto. Monólogo de ‘MVP’, que entró triunfante en Oudenaarde para ratificar que ya es, por derecho propio, uno de los mejores clasicómanos de todos los tiempos. Los números hablan por sí solos. Ha acabado los 16 Monumentos que ha corrido, con quince top-10, nueve podios y cinco triunfos (en su palmarés también cuenta con una Milán-San Remo y una París-Roubaix). De otro planeta.
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